Imagina que estás disfrutando de una fiesta en tu ciudad, pasándola genial con amigos y familiares. Ahora, cierra los ojos y visualiza esto: solo 24 horas después, te encuentras caminando en medio de un paisaje rural, rodeado de campo abierto, con una distancia de 50 kilómetros por delante. ¿Suena surrealista, verdad?En 1975, dos millones de personas fueron desalojadas a las 4:00 pm en Phnom Penh, la capital de Camboya.
Esta es la historia del genocidio camboyano.
En 1969, producto de la guerra con Vietnam, los Estados Unidos empiezan a bombardear ilegalmente el norte de Camboya. La cantidad de muertes impulsó el apoyo de la guerrilla comunista de los Jemeres Rojos que en un parpadeo, logran tomarse el país por el apoyo del campesinado.En 1970 sin embargo, el rey había sido expulsado por Lon Nol que puso a Camboya a los pies de EEUU para atacar Vietnam.
Los jemeres, comandados por Pol Pot avanzaban hacia la capital. Es entonces que Nol huye y finalmente la toman el 17 de abril de 1975. La gente salió en júbilo a aplaudir a los Jemeres Rojos que entraban en Phnom Pehn. Pero, bajo la excusa que habían más bombardeos, tres horas más tarde, los Jemeres ordenaron a la población a evacuar la ciudad bajo la mentira de volver. El que se resistía era asesinado. La ciudad al día siguiente, estaba vacía.Había comenzado el Año Cero.
¿Que era esto? La refundación de Camboya. Pol Pot, el líder en aquel entonces, pensaba que la influencia occidental había contaminado todo y quería volver a las raíces, a la agricultura. Así que mientras las ciudades se quedaban vacías, toda la acción ocurría en el campo.Se estaba creando creando una nueva versión de la sociedad camboyana llamada "Nuevo Pueblo". Todos, sin importar su clase social, tenían que trabajar en el campo. Era como un reset gigante para el país.
Los citadinos no sabían que hacer porque nunca trabajaron en el campo. Tenían dos raciones de arroz al día, en jornadas de 19 horas. Si trataban de comer otra cosa, como agarrar un mango silvestre, eran asesinados por "robarle al país".El país se volvía un cementerio."Todo el mundo trabaja como animales, como máquinas, sin ningún valor... ¿Por qué tengo que morir aquí (...), sin que ningún pariente sepa de mi muerte; morir sin ninguna razón, sin ningún significado?", relató un funcionario.
Mientras miles morían en el campo, la ciudad estaba vacía y en silencio. Excepto por un lugar donde se oían gritos. La prisión Tuol Sleng.Tuol Sleng (antes una escuela) fue abierta en abril de 1975 para arrestar a todo aquel que atentara contra la seguridad del Estado."Es mejor matar a un inocente que dejar libre a un culpable", decía el régimen. Para Pol Pot, el gran enemigo de la nueva Camboya era la gente letrada y académica, por eso eran los primeros sospechosos en enviar aquí.
El solo hecho de ser letrado o estudiado era motivo de sospecha.Tener las manos suaves.Usar lentes.La escuela dejó de ser una institución para aprender y se empezó a transformar en un lugar de torturas donde solamente bastaba la confesión de una vecina en los campos de arroz, para llevar a un "sospechoso", torturarlo y hacerlo confesar.¿El delito? Ser sospechoso. El cargo era ser propenso a tracionar al país.
En medio de un silencio abrumador, nadie se atreve a hablar sin permiso. Incluso sentarse requería una autorización. Y ahí, en un sombrío salón que alguna vez fue un lugar de aprendizaje, los prisioneros yacían encadenados de a cinco, con grilletes firmemente anclados al suelo.Cuando llegaba el momento del interrogatorio, eran arrastrados desde las aulas hacia las salas de tortura. Mientras los soldados los conducían, les recordaban las reglas.
Porque hasta en un genocidio habían normas.
Los prisioneros debían responder a todo lo que se les pedía, sin pretexto para discutir. No podían hacerse los tontos, ni demorar sus respuestas.Tenían la prohibición de gritar cuando eran golpeado o electrocutado. De la misma forma, debían esperar ordenes para moverse.Cualquier quiebre de las normas era suficiente para ganar latigazos todo el día.
Obviamente las confesiones eran obtenidas bajo tortura y sin ningún rigor verídico: respuestas ilógicas, sin orden, obtenidas para lo único que buscaban los Jemeres: limpiar el país.Incluso llegaron a estar extranjeros en la cárcel: periodistas, turistas o el caso de dos náufragos gringos que terminaron en aguas camboyanas por error. Sus confesiones bajo tortura tenían afirmaciones como que estaban bajo el mando de Coronel Sanders de KFC.
¿Qué sucedía si eran declarados culpables?
Si corrían con suerte (y hablo por poder respirar unas horas más y no ser asesinados en la cárcel) eran llevados a los campos de la muerte.El más próximo era Choeung Ek.He estado en otros campos de concentración o memoriales pero nada me había preparado para Choeung Ek. El que antes del Año Cero era un jardín y viñedo de inmigrantes chinos, ahora ahogaba por la noche gritos y llantos de los ejecutados en horas de la noche. ¿Lo peor? Choeung Ek era solo uno de tantos campos de la muerte.
Mientras limpiaba el país, Pol Pot quería expandir su Kampuchea Democrática (el nombre de su régimen) y decide atacar la nueva República Socialista de Vietnam. Pol Pot creía que los vietnamitas no se irían contra él.Pero se equivoca y les contra-atacan.La paranoia se toma las filas de los Jemeres Rojos: se empiezan a delatar entre sí. Además de académicos, y expartidarios del anterior gobierno, ahora los mismos Jemeres empezaban a demoronarse en una cacería interna.
Con las municiones siendo un recurso escaso debido al conflicto con Vietnam, cada bala era considerada preciosa y no podía ser "desperdiciada". Es por eso que en los campos de la muerte, los asesinatos se llevaban a cabo utilizando herramientas agrícolas como armas e incluso a los más pequeños eran arrojados contra los árboles.Son tantos los que fallecieron aquí que incluso hoy, uno puede estar caminando en estos campos y encontrarse restos humanos que la lluvia ha destapado.
Todo llega a su fin cuando los vietnamitas derrocan a los Jemeres Rojos y liberan Camboya en 1979. Al entrar encontraron los campos de la muerte y las prisiones de tortura.Mientras el mundo oía a Los Beetles, los Jemeres mataron entre 1,7 y 2,5 millones de una población de aproximadamente 8 millones de personas. Las cifras del genocidio calculan que los Jemeres aniquilaron a casi un tercio del país en tan solo tres años y ocho meses.Casi la mitad de los habitantes de la capital murieron.
Los vietnamitas crearon la República Popular de Kampuchea, pero debido a que Vietnam era un país socialista, la ONU seguía reconociendo a los Jemeres Rojos como el poder legítimo de Camboya quienes huyeron a las montañas.El país sufrió un atraso de décadas al ser eliminada toda la población estudiada. Solo hasta ahora, es que existe una generación completamente profesional en Camboya.
Los jemeres sobrevivieron hasta 1998, año en el que Pol Por muere en la selva olvidado y sin ser enjuiciado. Solo hasta 2018 fueron condenados dos altos mandos en avanzada edad por crímenes de lesa humanidad.El genocidio camboyano demostró lo frágil de nuestra existencia y lo rápido que puede suceder un exterminio ante los ojos del mundo que, distraídos por una Guerra Fría o sin interés en un país "irrelevante", decide no mirar hacia el lado.
Todo en una época donde bailábamos Los Beatles.