En Malta hay una iglesia que provoca una sensación extraña, como un déjà vu romano. Un fósil arquitectónico que conserva un capítulo que Roma preferiría olvidar, pero que en esta isla mediterránea se celebra con orgullo monumental.
En el centro del país, rodeada de callejuelas tranquilas y fachadas de piedra dorada, se alza la imponente Rotunda de Mosta: una de las iglesias más monumentales de Malta. Su cúpula domina el horizonte desde el siglo XIX, fruto del esfuerzo colectivo del pueblo y del sueño ambicioso de Giorgio Grognet de Vassé, un arquitecto autodidacta de origen francés. En 1833, Grognet propuso un proyecto insólito para su tiempo: construir una nueva iglesia en honor a lo que él consideraba la iglesia más perfecta jamás concebida.
Para eso, los habitantes de Mosta decidieron sustituir su antigua iglesia renacentista de 1614 por una obra que desafiaba toda escala local.
El resultado: un templo circular con una cúpula autosoportante de 37.2 metros de diámetro, una de las más grandes del mundo sin soporte interior, y una altura total de unos 61 metros. Todo construido con piedra caliza maltesa, sin columnas internas, al más puro estilo romano… pero en pleno siglo XIX. La antigua iglesia se mantuvo en pie dentro del nuevo edificio mientras se levantaba la estructura, en un proceso que duró 27 años, hasta su finalización en 1860. Para una isla del tamaño de Malta, esto no fue una iglesia: fue una megaconstrucción.
Pero… ¿por qué se dice que la Rotunda de Mosta es un déjà vu? Porque aunque se inspira abiertamente en el Panteón de Agripa en Roma, hay un detalle que descoloca: las torres. La Rotunda las tiene. El Panteón, como lo conocemos hoy, no.
Entonces, ¿qué pasó?
La clave está en la versión del Panteón que existía en 1833, año en que comenzó la obra en Mosta. En ese momento, el Panteón todavía lucía unas torres campanario barrocas añadidas en 1625 por orden del papa Urbano VIII, con diseño de Gian Lorenzo Bernini. Estas torres, apodadas burlonamente “las orejas de burro”, fueron criticadas durante siglos por romper la armonía clásica del edificio. Finalmente, fueron demolidas en 1883, devolviendo al Panteón su silueta original.
Por dos siglos, el Panteón se vio así:
Pero para entonces, en Malta, la Rotunda de Mosta ya estaba terminada... incluyendo sus dos torres, inspiradas en ese Panteón con apéndices barrocos. Nada se podía hacer. Así, Mosta se convirtió en una cápsula del tiempo, conservando en piedra una versión del pasado que Roma decidió borrar.
Con el paso de los años, la imagen del Panteón con torres se ha desvanecido de nuestra memoria colectiva. Hoy nos resulta surreal verla así. Pero si querés saber cómo era ese capítulo arquitectónico, basta con viajar al corazón de Malta y levantar la vista en Mosta.