Meteora: tocar el cielo o morir en el intento
¿Qué tan lejos es capaz de aislarse el hombre para encontrar a Dios y huir de la muerte en manos de una fe ajena? Un monje escaló las rocas más afiladas de Grecia y construyó paraísos en ella. Imaginen un lugar en la tierra donde el cielo existe a costa de renunciar a todo. Donde el hombre no ve más escapatoria que derrumbar su futuro solo para entrar en contemplación, viviendo en las cumbres de montañas escarpadas, donde un mal paso le puede costar la vida.
Meteora es un lugar como ninguno en la tierra. Un valle donde enormes rocas guardan en su cima pequeños monasterios donde los monjes iban a retirarse para estar cerca de Dios y alejados del pecado del mundo.
En 1344, Atanasio Koinotivis del monte Athos llegó con un grupo de seguidores a Meteora. El Monte Athos es un sitio famoso de Grecia con autonomía fuera de la ley helena, donde existen leyes muy fuertes para desligarse de la Tierra. Por ejemplo, en Athos las mujeres - de hecho todo lo vinculado a “hembra”- está prohibido. Si eres una gallina no esta permitida la entrada. No pueden entrar perras, gatas, gallinas, nada.
Este viaje comienza en Kalampaka, una ciudad a la cual llegué en verano del 2018. Está al pie de las montañas de Meteora y es la base para comenzar a subir las paredes de los monasterios. Si dudan del tamaño de estas rocas, miren como se ve la ciudad al pie. Es fácil de entender a Meteora, como una sublimación de la resistencia, la materialización de un ser acorralado que no tiene mas que trepar por las paredes para huir. Bizancio, después de siglos de declive, se redujo a una mera sombra del otrora poderoso Imperio Romano Oriental. Mientras los otomanos avanzaban, los cristianos solo vieron la opción de huir o … treparse por la roca. Es por eso que montaron estos monasterios en las alturas. Los monjes entonces empezaron a vivir aquí para alejarse del mundo, algo que logras hoy borrando redes sociales.
Digamos que en ese entonces era aún más difícil.
La única manera de entrar era subiendo por una gran escalera, que los monjes podían replegar cuando se sentían amenazados. El acceso a los monasterios fue deliberadamente complicado. La manera de alcanzar dichos templos era a través de escaleras de mano si tenían suerte porque si no, era a través de cestas y cuerdas. El ascenso duraba una hora, donde los peregrinos y monjes eran presos del terror y la incertidumbre de verse suspendidos en el vacío.
Visitarlos era cuestión de fe: algunas cuerdas se rompían y los peregrinos se terminaban resbalando. Evidentemente ya saben lo que pasaba. Pero todo riesgo era válido para poder tocar el cielo entre iglesias que desafiaran la gravedad.
Meteora llegó a tener 26 monasterios. Era una "ciudad" divina a lo alto de las montañas griegas. Hoy solamente sobreviven siete, muchos de ellos destruidos en el siglo XX por los nazis cuando intentaban asediar Grecia. De hecho, cuando uno se detiene a ver las montañas "vacías" de Meteora, se logran ver caminos pelados entre la roca y algunas rocas sobre rocas. Eso significa que aquí hubo un monasterio y que los nazis lo destruyeron en su afán, pero los pocos sobrevivientes aun siguen lo suficientemente aferrados a la roca para arrancarles suspiros de indulgencias a los que deciden llegar a esta parte de Grecia para verlos.
El monasterio del Gran Meteoro en una ubicación idónea, ya que los monjes estaban seguros de posibles altercados políticos y mantenían controlado el acceso. Este es el más importante de los monasterios de este lugar (al fondo pueden ver a Rossenau, otro de los sobrevivientes). El monasterio fue creado como claustro de San Atanasio de Meteora en la primera mitad del siglo XIV. Atanasio construyó un templo dedicado a la Virgen María, que se hizo conocido como la Virgen de la Piedra del Meteorito (al parecer no habían más nombres disponibles). Sus frescos son composiciones iconográficas inspiradas en los ciclos dogmáticos y litúrgicos de la Iglesia ortodoxa. Se caracterizan por su gran calidad artística, plasticidad y maestría a la hora de ejecución, con una fina apreciación de colores y detalles.
Y claro, si estos monjes vivían en las montañas, ¿dónde eran enterrados? Aquí mismo. Sus cuerpos nunca salían de los monasterios. Es por eso que después de la putrefacción, sus huesos eran ordenados y expuestos en las criptas. No hay espacio.
Pero tengo un espíritu curioso y quería adentrarme a lugares que estuvieran fuera del rango usual. Es por eso que decido irme hacia el norte a uno de los monasterios más extraños que quedan: Ypapanti. El camino está entre bosques y si se fijan bien, pueden ver ruinas. Este es un monasterio creado en 1367, cuando abajo los otomanos dominaban las estepas de Tesalia. Totalmente construido dentro de una gran cavidad de una roca, es totalmente diferente al resto. Un monje bajo el nombre de Nilos, en el año 1367 d.C., junto con otro monje llamado Cipriano, se convirtieron en los fundadores y propietarios del monasterio. Y aunque fue casi destruido en el siglo XIX, se salvó de las manos nazis por su difícil acceso.
Las crónicas de los peregrinos dicen que expiaban sus culpas con las donaciones, la oración y la perpetua calma que daba estar en paz con el silencio. Se decía que era lo más terrenal cercano al cielo. ¿Como culpar a un creyente que arriesgaba su vida para subir aquí? ¿Y que en su devoción y aferrado a su fe, venía dejar oraciones un tanto más cerca al cielo para que su Dios le oyera? Porque en Meteora reposan no solo las oraciones de muchos, sino también los suspiros de otros. Llevo viajando unos trece años, con sesenta país a cuestas y he visto pocos lugares tan enigmáticos como sagrado como este.
Varlaam fue creado alrededor del año 1350. El primer asceta que ascendió sobre esta roca utilizó unos escalones de madera de base; sobre estos colocó una primera escala de madera alargada, que se incrustaba en la roca con cuñas y así colocaba otra escala hacia arriba.
En la década de 1920 se realizó una mejora de acceso a los monasterios: se esculpieron escalones en los peñascos y se construyó un puente en la llanura cercana. Es entonces que los peregrinos ya no tenían que arriesgar la vida para treparse al cielo. Aun así, uno logra encontrar pedazos de esas oraciones cinceladas cuando recorre el valle que dejan sin explicación lógica. Aparte, que son mitología viva, con sus mismas excepciones a sus mismas reglas. Existe un monasterio, Roussanou, que está regido solamente por mujeres.
Roussanou data de 1388. En 1757 el monasterio se convirtió en un refugio para los griegos de Trikala que huían de los turcos, historia que se repetiría también en el siglo XIX. Durante la Segunda Guerra Mundial el monasterio fue asaltado, por los nazis, pero muchas piezas fueron almacenadas en otros monasterios. Durante los años 1980, se llevó a cabo una profunda renovación del edificio, y en 1988 el monasterio fue entregado a las monjas.
Como pueden ver, adentro es muy diferente a esa idea de iglesia que tenemos en nuestra cultura, ya que no, no son católicos apostólicos romanos. Esta es la iglesia ortodoxa y tiene ritos un tanto diferentes a los propios. Aunque Roussanou esté ahora bajo el control de las mujeres, aún las visitantes tienen que rentar estos ropajes para taparse casi enteramente al momento de entrar a estos lugares, recordándonos su lejano origen de un monje exiliado de Athos. No es coincidencia que este lugar sea la inspiración de muchas novelas y películas. Si se vieron Game of Thrones, les sonará mucho a The Eyrie. Es que sí, de hecho The Eyrie fue basada en los monasterios de Meteora.
Es que Meteora sobre pasa la ficción. El silencio de las montañas es indescriptible. Uno entiende como este sitio fue elegido para desprenderse del planeta. Justamente aquí, en la nada, los atardeceres se vuelven un ruidoso espectáculo entre el silencio. Durante los tres días que pasé en estas montañas, el cansancio desaparecía una vez el sol empezaba a bajar y pegaba con su último aliento estos siete sobrevivientes de una fe que se aferraba con las uñas a la roca.
Casi que, de forma poética, cuando Jesús le dijo a Pedro que edificara su iglesia sobre una roca. Así, Meteora puede pasar desapercibido para muchos occidentales, pero es una evidencia de un pasado austero que crea maravillas en esa misma dificultad. Por eso, noche tras noche no veía problemas alguno en bajar las laderas de las montañas, y mirar hacia arriba imaginando que llevó a un monje a pensar que este fuera un lugar para vivir su eternidad o simplemente recorrer las laderas pensando en cuántas historias quedaron aquí atrapadas en lo alto de las rocas, disueltas tal vez, entre tantas oraciones acorraladas
Díganme si la recompensa de todas esas noches no lo vale.