83 hojas de vida

¿Cuantos en esta sala hemos enviado hojas de vida? Cuantos, aquí, hemos redactado una y otra vez ese papel de Minerva. Minerva, la diosa del desempleo. Todos, ¿verdad? Es el sueño: salir de la universidad, aplicar, tener un gran trabajo. La tasa de desempleo urbano por su parte se trepó al 13,4 por ciento en el año 2018. El número de desempleados repunta y alcanza los 2.878.203 personas. Sin embargo, en Cúcuta, la tasa del desempleo marca el 16,5 por ciento, y eso que no hablamos del subempleo.

Esta era mi bandeja de salida en el 2014. Envié 83 hojas de vida en un mes, a diferentes empresas, buscando trabajo. Para ese entonces en mi vida ya había escrito dos libros, había sido ganador de varias convocatorias de ponencias estudiantiles en Latinoamérica y ya había tenido un cargo administrativo. Pero no conseguía trabajo y estaba cayendo en un momento de depresión y crisis.

Este soy yo, ¿no es una buena foto, verdad? China, el país número 50 y para este entonces he recorrido 56. Estoy en el edificio donde trabajo ahora, J57, en Changsha, China. Una maravilla que fue construida en 19 días, todo bajo la visión de un hombre llamado Zhang Yue y su hijo, Daniel. Hoy, estoy trabajando en la co-creación de un hermoso proyecto llamado SCITY que pronto evolucionará en una gran plataforma para creativos de todas partes del mundo, invitados a trabajar y desarrollar nuevas tecnologías. Un mecenazgo. Un gran laboratorio para poner ideas a andar y a rodar.

2014. Crisis, frustración, depresión. ¿Qué me hizo enviar 83 hojas de vida en un mes? Simple desesperación. Tenía una presión enorme y era tener que trabajar en aquello que estudié. Tuve encima, más allá de la presión familiar, la presión de ser esa persona que me había inventado en la universidad que quería ser: un hipster que iba en bicicleta al trabajo, con pan artesanal hecho por monjas albinas suecas y saludar a mis compañeros de estudio en donde tenía que haber una vegana y un becado. Literalmente quería trabajar en Pinterest. Pero con cada hoja de vida, estaba entrando en un paso más allá de ese futuro.

 

[Conferencia]

Cúcuta, Colombia: Fundación de Estudios Superiores Comfanorte (FESC). 2019

¿Qué estaba haciendo?

Quería ser alguien, pero no sabía quien era. Quería ser una idea de éxito.

¿Que me gusta hacer?


Me gusta viajar, eso es algo que desde niño tenía ahí. Yo era de los que coleccionaba fascículos de los periódicos y guardaba revistas. Tenía una vieja colecciones de postales de mi papá que miraba y me imaginaba con saber qué era estar ahí.

¿Qué privilegios tengo?

Oh, gente, esto va a ser divertido. Sí, todos tenemos uno que otro privilegio. Tenía un lugar dónde dormir, algo con qué vestirme, y comida. Cuando reconocí eso, en ese febrero del 2014 me sentí idiota. Porque tenía lo más importante y lo estaba desconociendo. Me estaba desesperando por ser alguien, pero no sabía qué tenía siquiera. Ahora sí, finalmente, empecé a buscarle sentido a la palabra “trabajar”.

Quiero trabajar en lo que me gusta hacer, fue esa meta, algo lejana, hace cuatro años atrás.

Y esto es algo de lo que les quiero hablar, porque gran parte de mi vida, de lo que hablo y del principal motivo por el que estoy aquí es uno: el trabajo. Sí, soy un viajero, pero jamás he desconocido el enorme poder del trabajo. Estoy hilando en terrenos difíciles, porque, aunque muchas personas me ven como un viajero, la verdad es que también soy un trabajador y que ambos van de la mano.

¿Vengo acá a decirles que salgan de su zona de comfort, que renuncien a su trabajo para que viajen por el mundo?

No.

Lamento mucho decepcionarlos. No soy de los que comparto esta idea de renunciar y viajar por el mundo porque, viví en carne propia las mieles del desempleo y juemadre, conseguir trabajo en este país es muy difícil como para dejarlo tirado. Que a otros les haya funcionado, no significa que necesariamente vaya a funcionar contigo. Y sí, creo que esto va ligado profundamente con los privilegios de cada quién y eso va desde el sexo, el dinero, la religión o la raza.

Y no a todos les funciona.

Tenía claro que quería seguir viajando, que era lo que me gustaba, pero reconocí algo en esta crisis: viajar era el medio, no era el fin. Si pensaba que mi meta era seguir viajando, de una u otra forma este proyecto de vida se volvería insostenible. Viajar es el medio donde muestro lo que me gusta hacer, es parte de mi vida más no es mi vida.

¿Y qué es lo que me gusta hacer?

 

Esta era la hoja de vida que enviaba a las oficinas de arquitectura del país.

En rojo, la experiencia laboral.

En violeta, las publicaciones.

En azul, los concursos y premios.

En cyan, las exposiciones y conferencias.

En turquesa, los proyectos.

Y de todo esto, estos son a los cuales envié una una hoja de vida.

Oh. ¿Por qué había pasado esto? Las personas que había conocido. El trabajo que había hecho, así no tuviera relación con lo que estudiaba o lo que estaba buscando.

Nunca haba dejado de compartir lo que hacía. No había parado de mostrar lo que me apasionaba, así no tuviera relación con lo que “había estudiado”. Es como si secretamente me estaba autosaboteando, para bien. Nunca me había dado cuenta que desde mi primer viaje internacional, el fin del viaje no fue conocer sino compartir lo que estaba creando.

Entendí que me habían entrenado desde la academia para trabajar en proyectos, pero nunca había visto mi vida como uno. Berraco, ¿no? Y entendí que todos tenemos la capacidad de volver nuestra vida un proyecto.

Así que empecé a ver mi vida como un proyecto, con todo y secuencia de pasos.

Trabajo. Es importante trabajar. Es de dónde vamos a producir dinero, es lo que pone en estado de alerta nuestros talentos. Es el ejercicio que nos dota de competitividad.

Sacrificio. Vamos a la realidad, aquí nadie es millonario. Que yo sepa. Para poder enfocarnos en nuestras metas, necesitamos sacrificar varias cosas. En mi caso, soy una persona muy austera: enfoco mis recursos en lo que represente una necesidad y no un comfort.

Inversión. Invierto el dinero y el tiempo en lo que me pueda producir o en lo que enriquezca mi trabajo. Si voy a comprar una cámara es porque se que esa cámara me traerá beneficios, potenciará mi trabajo. Será una herramienta de trabajo.

Producción. Ahora, todo lo que he invertido lo enfoco en producir. Desde un vídeo, hasta un proyecto arquitectónico para un concurso. La producción es el resultado de un proceso, en mi caso creativo, y es el resultado de la inteligencia, el talento y la sensibilidad.

Y finalmente, el más importante: compartir. Esta era la parte mas importante del ciclo, era lo que me lanzaba al mundo. Era precisamente la herramienta más poderosa que tenía, lo que me conectaba con las personas que conocía en mis viajes, personas a las que sin pena les mostraba lo que hacía.

 

Empecé a darme cuenta de las relaciones en mi hoja de vida. Que esto lo obtuve por este medio, que este trabajo fue por recomendación de este. Que ir a esta conferencia hizo que conociera a esta persona y esto hizo que pudiera lograr aquello. Todo gracias a que jamás me detuve en mostrar lo que hacía.

Y lo mejor, empecé a ver que había realizado trabajos que jamás mencionaba. Fui monaguillo. Tuve una obra de teatro. Estuve en campañas de televisión. Hice un canal de YouTube. Salía en comerciales de televisión. Todos y cada uno de ellos forjaban quien era y así fueran rebusque, de todos aprendí que estaba creando y compartiendo. Trabajaba, ahorraba, invertía y producía. Entonces ya estaba viajando. Cada vez más y más lejos. Cada vez más y más tiempo.

El poder de las personas, de conectarse entre sí, como constelaciones. El poder de reconocer cómo el trabajo no era esa condición opresora que coartaba la felicidad sino una parte de la vida que nos condiciona y dignifica como talentos humanos. No quería volverme a ilusionar basado en mis frustraciones.

Ahora viajo por el mundo, trabajando y recorriendo territorios. Reuniendo historias, encontrando personas y compartiéndolas en mis redes sociales.

Tenemos pena de mostrar lo que hacemos: que si estudiaste administración de empresas, te puede dar pena mostrar que sabes dibujar porque eso “no es lo tuyo”. Conozco muchos talentos ahí afuera que cierran su capacidad creativa o su capacidad administrativa porque les juega la falsa modestia en contra.

No les de pena decir lo que saben hacer. No les de pena decirle al mundo qué les gusta hacer. No les de pena decir sus logros, sus méritos, porque usted y solo usted es la persona que puede hacerlo.

¿Si nadie lo hace por uno, quién más lo hará? Síentase orgulloso de lo que hace y muéstrelo.

Haga ruido.

Use las herramientas que tiene a la mano.No se preocupe por ser bueno, preocúpese más por ser único.

Sea usted su mejor hoja de vida.